

El año del señor de 1792 concluyó la construcción de nuestra casa. Pertenecía, por entonces, al convento franciscano de Metepec, específicamente a la huerta y su servicio.
Dicen, quienes conocen y se acuerdan de las leyendas de este terruño, que un pasadizo secreto parte de la Iglesia de San Juan Bautista y llega a algún punto de nuestra casa.
Cuentan que sirvió como escondite a los plateados, famosos asaltantes que Luis Inclán retrata en la novela "Astucia. El jefe de los hermanos de la hoja o los charros contrabandistas de la rama" y por supuesto, sirvió para proteger a clérigos y fanáticos de afilados estiletes cristeros.
Fue, también, desde que perteneció a la familia Santa Anna, el arquetipo de una vivienda de labor del viejo Metepec. Tienda, pailería, cremería, zahúrdas, zacatera, trojes, muladares, establos, apeos de labranza formaban parte de la rutina diaria para sembrar y cosechar las tierras más fértiles de todo México.
Con sus adobes centenarios, historias y fantasmas, abrimos sus puertas para compartirla con usted.
Bienvenido pues, a nuestra casa, la de La Troje, que como dice el poeta Antonio Gala, es el lugar donde uno es esperado.
